Las plantas no se siembran directamente en el suelo, sino en sitios preparados con condiciones favorables de suelo, luz y agua, posteriormente se trasplantan al sitio de cultivo final. En las localidades tradicionales, se preparan estructuras elevadas conocidas en la región como “canché”. La siembra puede efectuarse en cualquier temporada del año; pero la época de lluvias, de junio a septiembre, reviste especial importancia, pues la temperatura, humedad y luminosidad favorecen mayor rendimiento.
Aunque se produce también en otras partes del país, más del 50% de la producción destinada a los mercados nacionales e internacionales proviene de Yucatán, Campeche y Quintana Roo, con exportación a Estados Unidos, Japón y parte de Europa, ya sea deshidratado, en polvo, en salsas y al natural.
El fruto del chile es una baya hueca en forma de trompo, muy aromático, con venas y semillas al interior; generalmente es de color verde, ya maduro puede presentar variantes de color amarillo, naranja, rojo, morado o café. Su sabor es muy picoso debido a la capsaicina, elemento que le otorga propiedades antibacteriales que permiten prevenir y atacar el asma, tos y resfriado mediante infusiones; puede prevenir algunos tipos de cáncer como del intestino, colon y estómago; es un agente termógeno que aumenta el número de calorías quemadas durante la digestión; puede disminuir el nivel de colesterol; además es anticoagulante, antiinflamatorio y antioxidante. (Checa con tu médico). También se utiliza en la elaboración de gas lacrimógeno.
En el 2006, productores y autoridades de Yucatán promovieron ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial la denominación de origen y desde septiembre de 2009, el chile habanero que sea legalmente certificado en cualquiera de los estados de la península (Campeche, Quintana Roo y Yucatán) puede llevar el nombre de “chile habanero de la península de Yucatán”.