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La huaya, un fruto de verano

La huaya en Yucatán es uno de los frutos nativos o tradicionales que más se consumen y que, por el momento, no han caído en el olvido y tampoco están en riesgo de desaparecer, también es muy conocida en varios países. Venezuela, Colombia, México, Argentina, El Salvador… son solo unos pocos nombres de los muchos lugares en los que esta fruta puede conseguirse como producto habitual en las fruterías. Son varios los nombres con los que se ha bautizado a este manjar: guaya, mamoncillo, quenepa, chupalotes, güevillos y otros muchos que hacen alusión a lo que se parecen.

Esta fruta crece en los más alto del árbol con el mismo nombre (Melicoccus bijugatus), en ramos que puede llegar a medir unos 10 centímetros. El árbol puede alcanzar alturas de hasta 30 metros. El fruto consiste en una drupa recubierta de una cáscara verde, cuyo interior alberga la parte carnosa agridulce y las semillas, las cuales ocupan la mayor parte de la parte comestible. En sí, la huaya parece una especie de melocotón de unos 2 a 4 cm de diámetro.

Beneficios de esta fruta

Desde tiempos precolombinos, a la fruta de la huaya se le ha atribuido propiedades inmunológicas, y se cree que combate problemas asociados a la entrada de bacterias y virus en el organismo. Además, los ácidos que posee el fruto han sido relacionados con beneficios para las mujeres embarazadas, contribuyendo en la producción de proteínas e incrementando las defensas para el feto.

 

Contribuye a proteger los epitelios frente a factores perjudiciales, como lo son el consumo de tabaco (si bien no revierte los daños causados por el tabaquismo). Además, ha sido relacionado con evitar el malestar de los riñones.

 

La fruta es una importante fuente de nutrientes, como hierro, fósforo, vitamina B1, B3, B6, B12 y C, con lo cual podría tener un papel beneficioso para combatir afecciones urinarias y bronquiales, como fiebre y resfriados. Su consumo frecuente puede suponer una importante fuente de vitaminas , además de minerales, aminoácidos esenciales y ácidos grasos insaturados como oleico y linoleico.

La huaya se consume en la península de una manera simple y deliciosa, solo es cuestión de quitarle la cascara, agregar el fruto en un plato, exprimir un limón y agregar chicle molido y listo a disfrutar. (Hay muchos que preparan agua, bolis (saborines), paletas y hasta micheladas con este fruto).

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